14 Feb Verano en Ciudad del Cabo
Playas de Ciudad del Cabo
En pleno verano en el hemisferio sur nos sorprendieron olas de entre 2 y 6 metros que azotando la costa de la ciudad por una semana, arrancaron bosques de gigantes algas marinas, arrojando cientos de estrellas de mar a la orilla junto con miles de otros crustáceos destrozados que ya no eran comidos porque los cormoranes y gaviotas se habían hartado de engullir.
Además de la mala suerte para la vida marina cercana a las playas, surgió desde las profundidades un viejo naufragio llamado Antipolis, un barco hundido en 1977 y que apareció en la playa cercana a Los Doce Apóstoles donde los locales se desplazaron para conocer el inusual suceso.
Como anècdota, en nuestro grupo de hike dominguero, hubo quien preocupadamente dijo que nunca se había percatado que en este lugar había un barco abandonado que en realidad acababa de salir de las profundidades. Despistados que somos.
Por otro lado, mientras los surfistas más atrevidos disfrutaron sobre olas gigantes – tengo que decir que daban envidia a pesar de no tener idea de surfear-, los mortales paseamos arriba y abajo del paseo marítimo haciendo mil fotos sin poder capturar lo salvaje de las olas ni los colores del atardecer.
Después de la tormenta llega la calma y esto nos tranquiliza pero olvidamos de la destrucción que dejan a su paso, a pesar de ser catástrofes naturales .
Lo material se puede reconstruir con más o menos dinero pero las miles de pequeñas vidas que se pierden ante cada embestida que recibe la naturaleza nos inspira a ofrecerle respeto y ayuda por su resiliencia y fortaleza.
RECOGEMOS CONCHAS? ¡NO, POR FAVOR!
Casi nadie puede resistir la tentación de recoger preciosas conchas al pasear por las playas. Puede ser algo de nuestro primitivo recolector. Salimos de paseo y llegamos con conchas, hojas, plumas, semillas y todo lo que a nuestro paso sea interesante para nosotros.
Suena a hobby sano pero es tan grave la situación y somos tanto que en algunos países está prohibido por ley la recogida de conchas, arena etc. A pesar de esto millones son llevadas a casa para decorar o exhibirlas donde terminan guardadas en cajones que acaban olvidados, sin dar la oportunidad de que otros disfruten de su belleza cuando pasean por las playas o simplemente que cada concha sigan su rumbo y se conviertan en vivienda de minúsculos animales marinos o se desintegradas formando arena, en un ciclo largo, lento pero muy importante para el ecosistema marino.
Desde Ates África queremos invitarte a que cada concha se quede en su lugar, porque sabemos lo importante que es para el medio marino tenerlas dando vueltas sobre la arena hasta que pulverizadas se conviertan en esa arena que todos disfrutamos en los días de playa. La arena con la que jóvenes y mayores construimos fortalezas y castillos, en la que tus amigos te entierran haciéndote mil figuras que te hacen reír, creando esos momentos con olor a mar, helado y coco que se guardan dentro de ti para siempre.